miércoles, 25 de marzo de 2015

2

Y aquella noche, cuando la oscuridad lo pintaba todo de negro, supo que no volvería a encontrar nada igual de reconfortante. Cualquier cosa se volvía áspera y gélida, y no existía ni existiría nada que, bajo su juicio, se le pudiera tan si quiera comparar.
Allí no sentía nada; ni frío ni dolor. Lo único que realmente le hería era el tiempo. Poder seguir respirando es la peor forma de morir que hay: lenta y dolorosa, aunque quería convencerse de lo contrario.

“¿Realmente buscas algo más?” Se preguntaba una y otra vez. Pero siempre con la misma respuesta:
“No lo sé”.
“¿Y a que esperas?¿A caso puedes estar mas perdido?”
“Espero para comprobarlo”
“Esperas para seguir esperando. Lo que buscamos es algo que no va a volver. Quedará la marca, pero no va a repetirse más, y tu incesante espera no nos ayuda en absoluto. No hiciste en su momento lo necesario, no luchaste por ello y lo perdimos. No vas a resolverlo, pero
 ¿hay otra forma?”

Podía ser la solución a todos sus problemas, pero no la que le dejaría mas contento segundos antes.
Un movimiento confiado hacia lo que le era completamente desconocido y ya.

 “Para seguir luchando cuando sabes que nada tiene solución hay que ser muy valiente. O muy estúpido” pensaba mientras un repentino golpe lo borraba todo.

1

Cada día que pasa es aun peor. Cada día es más estresante ver como vales menos, lo insignificantes que son tus problemas, como cada vez le importas menos a la gente que, según parecía en tu mundo idílico, eras al menos alguien.

Y me vuelvo a preguntar: ¿Y yo para qué coño me levanto cada día? ¿Seré yo, que espero una especie de respuesta divina hacia que encaminarme? ¿Será simplemente una especie de presión social que me tira hacia delante sin rumbo fijo? El caso es que lo hago.

Cada mañana me levanto pensando que algún pequeño detalle de los que pueden alegrarme el día va a hacer acto de presencia. En algún momento. Y espero. Pero, ¿Qué se puede esperar de nadie cuando no son tan si quiera capaces de devolver un gesto?

Cada vez me da más asco la conveniencia que, por mala suerte, tiene casi todo el mundo, indiferentemente de si eres alguien sentimentalmente cercano o no. Todo el mundo utiliza a todo el mundo, es así. Y es así.

Pero, lo peor sin duda es que, a sabiendas de todo esto, igualmente me veo forzado a sonreír, a hacerme creer que no importa, a seguir adelante sin saber exactamente el motivo.


¿Por qué? No lo sé. Es así, y es así.