Y aquella noche, cuando la oscuridad lo pintaba todo de
negro, supo que no volvería a encontrar nada igual de reconfortante. Cualquier
cosa se volvía áspera y gélida, y no existía ni existiría nada que, bajo su
juicio, se le pudiera tan si quiera comparar.
Allí no sentía nada; ni frío ni dolor. Lo único que realmente
le hería era el tiempo. Poder seguir respirando es la peor forma de morir que
hay: lenta y dolorosa, aunque quería convencerse de lo contrario.
“¿Realmente buscas algo más?” Se preguntaba una y otra vez.
Pero siempre con la misma respuesta:
“No lo sé”.
“¿Y a que esperas?¿A caso puedes estar mas perdido?”
“Espero para comprobarlo”
“Esperas para seguir esperando. Lo que buscamos es algo que
no va a volver. Quedará la marca, pero no va a repetirse más, y tu incesante
espera no nos ayuda en absoluto. No hiciste en su momento lo necesario, no
luchaste por ello y lo perdimos. No vas a resolverlo, pero
¿hay otra forma?”
Podía ser la solución a todos sus problemas, pero no la que
le dejaría mas contento segundos antes.
Un movimiento confiado hacia lo que le era completamente
desconocido y ya.
“Para seguir luchando
cuando sabes que nada tiene solución hay que ser muy valiente. O muy estúpido”
pensaba mientras un repentino golpe lo borraba todo.